miércoles, 29 de agosto de 2007

El gran drama

He abierto mi e-mail y vi que me había llegado una cadena. Peor que eran dos, pero sólo leí una (aunque borré las dos). El e-mail contaba una historia en primera persona, de cómo una chica fue abordada en la calle por una mujer pidiéndole ayuda para buscar un número en su celular, toda una estratagema para cedarla (por medio de una extraña sustancia suministrada a través de las teclas del celular) poder robarle todo, incluyéndo sus organos, y por consiguiente su vida -lógicamente-.
La chica consiguió escapar, y el e-mail no tiene otro fin que el de alertar a las personas para que simplemente no ayuden a quien lo solicite. "No ayude" reitera.
Más de una vez me he topado con gente que me ha pedido ayuda con el celular.
¿Soy una mujer con suerte ya que aún tengo mis órganos y mi integridad y no me he negado a ayudar a otros?
Llevo siete meses fuera de Chile. Dos de ellos los pasé en Buenos Aires. Y a donde quiera que vaya voy sola. Recuerdo cómo me advirtieron de los preligros del mundo antes de salir. He visto cómo me han dicho en mi cara, con énfasis y creencia total, que el mundo "es malo".
Y así como hay algunos que ponen toda su fe en defender que la maldad reina en el mundo de los hombres, yo pongo toda mi fe en lo contrario. Ellos tienen pruebas, todos los días roban, matan, etcétera, etcétera. Yo también tengo pruebas, todos los días la gente ama, da, se esfuerza por otros, ayuda a otros, etcétera, etcétera.
¿Quién entonces dice "la verdad"? Ambos, lógicamente. Ambos bandos defienden su verdad. Pero yo simplemente decidí gastar mi energía en creer en el amor y no en su energía contraria. Y la energía contraria al amor no es la maldad si no el miedo. Si actúo con fe en la bondad de las personas, eso no va a cambiar el hecho de que ocurran mil desastres y aberraciones diariamente. Y si contrariamente decido actuar con fe en la maldad de las personas, y por tanto caminar con miedo de dar el siguiente paso, eso tampoco va a cambiar el hecho de que ocurran mil desastres y aberraciones diariamente. Pero sí -al menos- si alguien solicita mi ayuda de forma sincera, no seré yo quien se la niegue. aah... Pero ¿Y mi seguridad? ¿Se trata todo esto entonces, de salvar mi pellejo? ¿Y qué pasa con el "pellejo" de los otros? ¿Y qué pasa cuando a alguien le pasa algo y nadie hace nada por ayudarlo? ¿Es que la ayuda es algo que simplemente se merece o no? ¿Y qué tengo que preguntarle a alguien antes de saber si merece mi ayuda o mi indiferencia?
Debo decir que por sobre todo amo mi vida y mi posibilidad de existir por una determinada (o indeterminada) cantidad de años. Pero mi amor por la vida no se trata de conseguir un día más en este planeta aferrada a ella con uñas y dientes, como para que mi miedo por perder mi vida me impidan caminar con soltura, sonreír "sin mirar a quien", y ayudar si me lo solicitan. Prefiero vivir cortos años de una vida relajada, tranquila, y de buena fe, que un montón de años con miedo, desconfianza, y creencia ciega en "la maldad".
Pasan cosas; sí. Siempre. Pero ocurren. Por sí solas ya tiene un sabor, sin necesidad de adherirles sal o pimienta. El dolor puede ser un dolor sentido o un dolor sufrido.
La vida es como es, la vida es como la hemos construído. La forma de trabajar en contra de actos bandálicos, no es propagando experiencias y desplegando desconfianza en las personas. Eso solo aumenta el miedo generalizado. Y el miedo no es capaz de abrir ningún corazón. El miedo no es capaz de abrir ninguna puerta. En un mundo en el cual nunca sabes lo que te pueda pasar, lo mejor es actuar de buena fe. El miedo no parece ayudar a nadie a evitar situaciones de riesgo. Y generalmente personas que tienen miedo, y algo les pasa, generan más miedo.
Tenemos dos opciones: Describir una situación vivida, o contarle a todos lo "terrible que me pasó". Describir una situación puede ayudar a dar una visión de las cosas que pueden ocurrir. Contar "algo terrible" es lo mismo que querer sembrar temor contando historias de terror.
Pero nos gusta el drama. A todos les gusta el drama. La sal, el azúcar, todo lo que pueda realzar el sabor.
Todos los aderezos y temperos emocionales son los que transforman una "situación" en El gran drama.

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